Sandra Migliore denunció los abusos sexuales y la inducción a prácticas de autoflagelación sufridos por ella y sus compañeras en el noviciado de la Orden Franciscana, que funcionó en el colegio Santa Rosa durante los años ’80. Además acusó al arzobispo de Entre Ríos, monseñor Juan Alberto Puiggari, de encubrir a curas pederastas.

El caso de Sandra Migliore, la mujer que denunció abusos en el noviciado del colegio Santa Rosa durante los años 1983 y 1984, llegó anoche a los medios nacionales mediante una entrevista que los periodistas Diego Leuco y Marina Abiuso le realizaron para el noticiero TN Central. La producción del programa recabó el testimonio de la ex novicia a partir del informe sobre torturas en el convento de Carmelitas Descalzas de Nogoyá, Entre Ríos, publicado el domingo por el programa Periodismo para Todos, que transmite Canal 13.

En este marco, Migliore no sólo denunció los acosos y abusos sexuales a los que fueron sometidas ella y varias de sus compañeras, sino también la inducción a prácticas de autoflagelación con supuestos fines de purificación espiritual. “Yo pertenecí ocho años a la Congregación de las Hermanas Educacionistas Franciscanas de Cristo Rey. Hice mi noviciado en San Lorenzo, donde los superiores eligieron como maestra de novicias a una persona totalmente desequilibrada. Era pedófila, acosaba y abusaba de nosotras y proponía la utilización del cilicio para agradarle más a Dios”.

La ex novicia aclaró que aunque ella nunca usó la faja con púas ceñida a su cuerpo sí lo hicieron seis de sus doce compañeras. “La utilización del cilicio era para apagar los deseos de la carne, era el camino más directo a la santidad: eso nos decía esta persona perversa con el consentimiento de la superiora provincial y otras monjas. No creo que nadie elija el sufrimiento corporal si no es inducido”, añadió.

Finalmente, la mujer acusó al arzobispo de Entre Ríos, monseñor Juan Alberto Puiggari, de encubrir delitos sexuales en el seno de la iglesia de su provincia. “Tenemos conocimiento de que ha encubierto a curas pederastas, a abusadores en Entre Ríos, y que desde 2013 sabía lo que había pasado dentro de El Carmelo, ya que las ex monjitas se lo habían dejado por escrito. Ellos tienen la política del encubrimiento y en vez de salir a dar una respuesta, tiran la mugre debajo de la alfombra”, concluyó.

Raza de víboras

La noticia trascendió en abril del año pasado y conmocionó a la comunidad de alumnos, profesores y religiosos que pasaron por el colegio Santa Rosa durante la década del ‘80. En su libro “Raza de víboras”, publicado en diciembre de 2014, la ex monja Sandra Migliore denunciaba abusos sexuales por parte de la religiosa a cargo del noviciado de la Orden Franciscana, que funcionó en el establecimiento educativo local. Asimismo, la mujer destejía una trama de encubrimientos que involucraba a funcionarios provinciales y a las máximas autoridades de la institución religiosa, con sede en Roma.

Migliore describió con detalles escalofriantes el acoso al que la sometió Viviana Fleitas, quien se desempeñaba como maestra de novicias mientras ella cursó el ordenamiento religioso, entre febrero de 1983 y octubre de 1984. La autora del libro denunció además otros casos similares, que, según afirma, se reiteraron hasta el año 1991.

La ex novicia decidió contar su historia y la de muchas de sus compañeras cuando en 2010, mientras trabajaba en un colegio de monjas en la localidad bonaerense de Lanús, se enteró de que su abusadora podría ser restituida en el cargo de maestra de novicias. “Empezaron a circular cartas entre las monjas y ex monjas diciendo que Viviana había cometido abusos sexuales. La hermana Ruth me preguntó si esto era cierto y dije que sí, y otra hermana del arzobispado de Buenos Aires empezó a recopilar las denuncias para llevárselas a la Madre General en Roma”.

Las denuncias de dos de sus ex compañeras frente a notarios religiosos la movilizaron a revelar su caso y a escribir el libro, cuyo título alude a la perversa trama de encubrimientos que permitió mantener en la oscuridad los presuntos delitos cometidos por Fleitas.

Entonces fue despedida de su trabajo en el colegio de Lanús, mientras que su maestra de novicias recibió una carta de recomendación que le valió el traslado a un hogar de ancianos en Venezuela.